jueves, 22 de agosto de 2013

Cuentito.

Una sola mirada bastó para saber que su sangre adornaría el suelo.
Ella miró la punta del arma que estaba a punto de penetrar en su pecho,  luego de suplicar y darse cuenta que no funcionaba, solo dijo:
-Se supone que aquí es donde me arrepiento de todo, pero no.- Esas fueron sus últimas palabras. Poco a poco se convenció de que morir regia, con la cabeza arriba, era el último placebo que le hacía falta a su asquerosa vida...
Un sonido constante, ruidoso, de cierta forma fuera de tono, sonaba de lejos...
-Buenos días bella, es hora de ir a trabajar.- La despertó...
Ese día todo fue tan normal como siempre, pero ese sueño no fue de esos que se olvidan al despertar.