martes, 25 de octubre de 2011

Del dadaísmo, las universidades, y gente que no viene al caso

Como forma introductoria, puedo dar una pequeña explicación sobre el dadaísmo a través de sus características, y, a continuación, intentar fajarme con una entrada en torno a lo que a continuación enunciaré.

El movimiento Dadá, en su contenido o temática, se caracterizó por:
- Protesta continua contra las convenciones de su época.
- Actitud de burla total y humor. Se basan en lo absurdo y en lo carente de valor.
- Medios de expresión irónico-satíricos, a través del gesto, el escándalo, la provocación.
- Poesías ilógicas o de difícil comprensión (El poema dadaísta suele ser una sucesión de palabras y sonidos).
- Promoción por el cambio, la libertad del individuo, la espontaneidad, lo inmediato, lo aleatorio, la contradicción, el caos, lo imperfecto, la intuición.
- Manifestaciones contra la belleza, la eternidad, las leyes, la inmovilidad del pensamiento, la pureza de los conceptos abstractos, lo universal, la razón, el sentido, la construcción del consciente.
- Negativo y en contra el modernismo, el expresionismo, cubismo, futurismo y abstraccionismo.
- Quieren volver a la infancia.
- Consideran más importante al acto creador que al producto creado.

Cayendo en el espiral adictivo de esta forma de escrityura, de arte, puedo afirmar, con todo tono de sargento de cuartel que muere lentamente en anarquía, que ya estoy harto de ver a individuos universitarios con sus respectivas bufandas de los "fabulosos Leones del Caracas" o la maravilla de prenda de vestir conocida como "Camisa oficial de los Navegantes del Magallanes" en tono rosado para ser de última moda para las chicas fanáticas de este fantabuloso mercado, no, no considero esto como deporte nacional, sino como pasión desenfrenada de seguir a la multitud, como convencionalismo social creado por generaciones que, en su época, fueron reales hinchas.
Ver una buena obra de teatro en Caracas, es como comer buen sushi, si lo quieres, raspa la tarjeta, ahora mínimo dos salarios mediocres, o sigue en Twitter a la gente que debes.
Un profesor que usa micrófono y parlante en un salón de clases porque le fastidia alzar la voz es de imposible concentración total, empezando por el sonidito extraño que sale de la corneta (que para mí es como si alguien me estuviese llamando del País de las maravillas dentro del amplificador, sí, es un pssss,pssss,psss interrumpido de vez en cuando por la voz del profesor explicando cómo conoció a Simón Bolívar) Incluso, hoy admito haberme distraído tanto de la clase (por un minuto, sin regaños, por favor) que me imaginé a un guitarrista tratando de conectar su instrumento al mini amplificador y así acompañar las palabras del profesor, que, por un momento, a mi oído parecieron rimar.
Me encanta divagar en mi mundo de pensamientos mientras vengo en el Metro, ver cómo el que se sienta a mi lado, observa atentamente cómo resuelvo un Sudoku. Estas personas se dividen en dos grupos: Los que quieren quitarme el bolígrafo y resolverlo (de los que te dicen QUÍTATE NO JODA QUE NO SABES UN CARAJO) y los que miran con cara de asombro cómo intento resolverlo a medida que paseamos de estación a estación, siempre con la pregunta en la frente de "cómo carajo puso ese número allí" por lo general, rellenando las descripciones de un yaritagués o yaritaguense, como desee.
En fin así comienza este escrito y así termina mi inspiración.

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