sábado, 12 de noviembre de 2011

De los celos y las letras chiquitas del contrato

Supongamos que tienes un perrito, que está comiendo un hueso tranquilamente, pasas cerca de él y te gruñe, mirándote de tal forma que entiendes el mensaje "MY PRECIOUS".
Si sustituimos en el ejemplo anterior "el perro que está comiendo un hueso tranquilamente" por "el novio (o la novia, depende del caso) que está con su novio o novia tranquilamente", da total y absolutamente la perfecta ecuación de los celos.

Normal. Todos los que queremos, celamos. PUNTO. no hay discusión.

Entonces. ¿Cuál vendría siendo el problema?

Volvamos al ejemplo anterior.

Imagina que eres el dueño del perro, pero te das cuenta de que gruñe sin siquiera ser provocado por alguien que esté cerca, simplemente está él, peleando solo con su propio miedo a que le quiten el hueso, incluso pudiendo llegar a herirte sólo por el terror de perder su querido tesoro. Esto es lo que pasa cuando dejamos que los celos nos consuman, que se vuelva un miedo sin fundamentos, una fobia al aire.

En toda relación que implica algún sentimiento, encontramos este pequeño detalle, esta pizca de sal o pimienta, estas letras pequeñas que, aunque no las leemos en el contrato, sabemos que en algún momento entran en vigencia.

¿Cuál es la solución? Mira, esta entrada no la tiene, ni ese libro que habla de parejas, ni siquiera el pendejo de Coelho, la solución está en ti querido amigo, amiga, usuario, usuaria, seguidor, seguidora, hombre, mujer, mujer hombre, hombre mujer, etc. HABLA CLARO PANA, sé claro con tu pareja, con tu mamá, con la persona a la que celas, di cuando no te agrade equis situación o ye persona. Hablando se entiende la gente, hablando puedes descubrir si tus celos son fundados o tú solo te estás ahogando en un vaso sin agua.

Digan Amén.

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