domingo, 14 de agosto de 2011

Al despertar

Nos suele pasar a todos que soñamos corriendo y repentinamente caemos, nos empujan, fallamos un escalón y gritamos MARDITASEAAA despetamos y nos damos cuenta que hemos pegado el salto del siglo en la cama.
También tenemos esos sueños que nos hacen despertar con el lagrimero en los ojos, e inexplicablemente, solo recordamos que pasó algo (por lo general alguna tragedia griega, natural y o u pare usté de contar) al comentarlo en el desayuno, tu abuela, madre o allegada persona de moderada y/o avanzada edad dirá "eso es que va a pasar lo contrario".
  Podemos encontrar en común, sueños caminando por calles que no solemos conocer (o, como se descubrió, no es que no conozcamos sino que en algún momento hemos pasado por allí, o por una muy parecida) lo que podríamos conocer como Déjà vu
 Sueños miles, entre dragones, brujas y caballeros de armaduras medievales (condiciones cambian de acuerdo a la película, libro, o historia leída o escuchada recientemente).
El hecho está en ese mundo paralelo al nuestro, que, admito, me llama demasiado la atención. ¿Qué hace que tu cerebro y el mío sueñen con ella/él? ¿Por qué soñamos? (abstenerse Sheldons a responder científicamente ya se la respuesta). Pero, la pregunta que todavía nadie responde es ¿A quién no le gusta amanecer sonriendo como un estúpido por ese sueño que queremos que se haga realidad?.
Admito que soy un soñador compulsivo, sueño dormido y mucho, mucho más despierto, el idealismo es el pan nuestro de cada día entre mi cerebro y yo. Sueño como todo hippie, o Miss dependiendo del sexo con la paz mundial, con la muerte de la hambruna y demas utopismos propios de filósofos de lectura pesada.
Pero, más allá de eso, amo pensar que sea mentira o no, los sueños siempre pueden hacerse realidad.

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